LOS PRIMEROS CASOS DE SÍFILIS TRAS LOS VIAJES A AMÉRICA
En la obra «Tratado contra el mal serpentino«, escrita en 1510 y publicado en 1539, Ruy Díaz de Isla se refiere a haber curado, durante el viaje de regreso en Europa, muchos miembros de la expedición de Colón, los afectos de ciertas manifestaciones luéticas y por lo que piensa que la nueva enfermedad fue importada de La Española (Haití). Bartolomé de las Casas había llegado a la misma opinión. En la «Historia de las Indias» escribió entre los conquistadores la idea de la «bestialidad» de los americanos silvestres eran frecuentes y la enfermedad se han conocido antes en el Nuevo Mundo.
En Italia la enfermedad se manifiesta en forma epidémica en 1494 con el asedio de Nápoles por parte de la las tropas francesas en las órdenes de Carlos VIII, que murió a la edad de 28 años, posiblemente de sífilis cerebral (G. Del Guerra). Un grupo de aproximadamente 800 prostitutas se sumaron a las tropas francesas, y no hay duda de que sólo la difusión de las prostitutas en los ejércitos y entre la población ha contribuido, en parte, el máximo de difusión de la sífilis, que en nuestra península se llamaba «mal francés«, mientras que para los franceses era «mal napolitano«.
En Roma, hacia el final del siglo XV existen aproximadamente 6.800 prostitutas. En Venecia, las prostitutas se vieron obligadas a caminar con un pañuelo amarillo alrededor del cuello como signo de reconocimiento. Fue la abstinencia sexual que la Iglesia adoptó como un remedio para evitar la enfermedad, y el Papa Pablo IV, en torno a la mitad del siglo XVI, con un edicto que promulgó un desalojo de Roma y de todo el Estado Pontificio de las prostitutas.
La rebelión popular obligó a la Iglesia a encontrar un centro de prostitución en todo que la práctica del Tevere: En el «De preservatione una carie gallica» de 1555, Gabriele Falloppia idea una protección individual contra la sífilis que consiste en un trozo de lino con forma de bolsa «ad glande mensuram» empapado con el mercurio. Fue el precursor del condón moderno, sin embargo la enfermedad se sigue cobrando víctimas en todos los rangos sociales, incluyendo el clero y la nobleza. Ilustre enfermos que estaban Francisco I rey de Francia y el Papa Julio II.